Barcelona: La apuesta por los jóvenes da frutos, pero ¿durará?

Flick no lo sabe, pero hay una sorpresa si se compara su situación con la del equipo del Barça de Rijkaard que estaba en camino de convertirse en campeón europeo contra el Arsenal en París


Hansi Flick admite que el momento “¡eureka!” en el que prometió que nada le impediría convertirse un día en entrenador del Barcelona fue la noche del 21 de marzo de 2006. Él y otras 67,000 personas asistieron al Camp Nou a la victoria por 3-1 del equipo de Frank Rijkaard contra el Getafe, mientras el público cantaba el “cumpleaños feliz” a Ronaldinho, que ese día cumplía 26 años.

Ahora, el equipo notablemente joven de Flick lidera LaLiga con un récord del 100% y se prepara para su debut en la Champions League como entrenador del Barcelona en Mónaco, este jueves (más sobre eso más adelante).

Flick no lo sabe, pero hay una sorpresa si se compara su situación con la del equipo del Barça de Rijkaard que estaba en camino de convertirse en campeón europeo contra el Arsenal en París. El contexto es el siguiente.

Flick vio cómo Getafe se adelantaba 1-0 en el Camp Nou esa noche gracias a un extremo que había sido el Lamine Yamal/Pedri/Gavi/Pau Cubarsí/Marc Casado de su época. Su nombre completo era Fernando Macedo Da Silva Rodilla, conocido como Nano.

Mientras estuvo en la academia del Barcelona, Nano vivió en La Masia (la academia justo al lado del Camp Nou, donde leyendas como Pep Guardiola y Andrés Iniesta se alojaron de niños) y recibió clases individuales en secundaria junto a un chico llamado Mikel Arteta.

¿Qué habrá sido de ese melancólico centrocampista vasco? (Pista: su equipo ganó el derbi del norte de Londres el fin de semana).

En 1999, Louis van Gaal le dio a Nano la oportunidad de debutar en la Supercopa de España, LaLiga y la Champions League, convirtiéndose en el más joven en vestir la famosa camiseta del Barça en esas competiciones. Con poco más de 17 años y seis meses, Nano pudo jugar.

Cuando Flick fue al Camp Nou hace 18 años como invitado especial de Nike, se inspiró en un XI del Barcelona que solo contenía tres españoles (en comparación con los siete que había contra el Girona el domingo). El más joven en el equipo de Rijkaard esa noche era un brasileño de 23 años, Thiago Motta, y el resto rondaban los 20. Nada que ver con la variedad de adolescentes de Flick.

Cuando Nano era el “niño prodigio” de 17 años del Barcelona, el club le aseguró su futuro con un contrato multimillonario de cinco años, frente a una gran oferta del Arsenal. El adolescente gallego se gastó parte de ese dinero en un Mercedes descapotable y se compró una propiedad en la ciudad. Pero la noche en que Flick le vio provocar al Getafe de Bernd Schuster, los catalanes y el Atlético de Madrid ya le habían dejado marchar.

Las comparaciones entre aquella versión del Barcelona y la actual no podrían ser más marcadas.

Rijkaard, allá por 2006, tenía a Iniesta y a Lionel Messi despuntando, pero utilizaba a cada uno de ellos de forma conservadora. No te preocupes… en ese entonces parecía una locura, no ahora. Rijkaard no sentía la necesidad de jugársela. Así que no lo hizo.

En el caso de Iniesta, el entrenador del Barcelona llevó a la desesperación a uno de los mejores futbolistas españoles y, esa misma temporada, lo dejó en el banquillo en la final de la Champions League. Por no hablar de la furia absoluta de Messi al descubrir que Rijkaard le había dejado fuera de la convocatoria para aquella final.

Por aquel entonces, en la reserva, el club contaba con veteranos como Xavi, Edmilson, Henrik Larsson, Sylvinho y Rafa Márquez. Rijkaard veía a los chicos de la cantera como un lujo.

Al final de la victoria por 4-1 del Barcelona ante el Girona el domingo, entre los suplentes no utilizados por Flick había un portero de 18 años nacido en Miami, un defensa de 19 años y un centrocampista ofensivo que cumplió 16 años el mes pasado. El seleccionador ya había convocado a un lateral de 18 años y a otros dos jugadores que sólo habían jugado tres partidos con el primer equipo. Eso en un contexto en el que el once inicial ya contaba con Yamal (17 años), Pedri (21), Cubarsí (17), Alex Balde (20) y Casadó (que cumplió 21 la semana pasada).

Flick promovió a Guille Fernández, ese chico de 16 años del banquillo que he mencionado, al primer equipo contra Girona en gran parte porque su primo Toni Fernández, un delantero zurdo de 16 años al que la mayoría de la élite futbolística europea quería arrebatar del Barcelona este verano, sufría una pequeña lumbalgia. De lo contrario, Toni, que ha marcado un gol por partido con el Barcelona B esta temporada, habría sido el Fernández de aquella plantilla.

Las tres preguntas principales que esto inspira son: ¿cómo sigue la cantera del Barcelona encontrando y desarrollando tales joyas cuando La Masía sufre recortes y constantes cambios de entrenador? La clave está en un buen trabajo de scouting y en el atractivo de la marca. Pero los resultados siguen siendo fenomenales.

Siguiente pregunta: ¿por qué, entonces, el club gasta, algunas veces, tan mal en el mercado de fichajes que tiene una deuda de más de 1,000 millones de dólares? Codicia, vanidad y estupidez, en mi opinión.

Y, ¿cuánto se puede esperar realmente de una plantilla tan joven esta temporada? Lo veremos el jueves en Montecarlo y el domingo en Villarreal.

Ahora mismo, desde la última parte del reinado de Ronald Koeman en el Barcelona, pasando por la enorme confianza que Xavi depositó en Gavi, Pedri y los debuts de Lamine, Balde y Cubarsi, parece que si tienes más de 14 años, puedes patear el balón recto y mides más de 1,65 metros, tienes posibilidades de entrenar con el primer equipo, e incluso de jugar.

No todos los jóvenes talentos que actualmente visten la camiseta del primer equipo del Barcelona lo harán a largo plazo. Pero la mayoría sí y, fíjate lo que te digo, dentro de poco estarás admirando a los Fernández, Unai Hernández, Orian Goren y Pedro “Dro” Fernández. Cinco talentos muy especiales, todos ellos de 16 años, excepto Hernández, de 19.

La experiencia de Nano en el Barcelona es una metáfora de Arteta, Sergio García, Bojan Krkic, André Onana, Cesc Fábregas, Gerard Piqué, Dani Olmo y Xavi Simons, los cuales, en su día, abandonaron su club de origen ridículamente pronto porque creían, o les dijeron, que no se les daría suficiente confianza o tiempo de juego.

Notable.

Creo que Fábregas, una superestrella de la cantera del Barcelona, que levantó varios trofeos en equipos con Messi y Piqué, y que abandonó el barco rumbo al Arsenal porque a los 16 años ya había perdido la fe en que lo ascenderían al primer equipo del Barça con la suficiente rapidez, lo explica mejor que nadie.

La semana pasada declaró a la BBC: “Los problemas económicos del Barcelona lo obligaron a empezar a jugar con todos los jóvenes. Míralos ahora… ¡unos cuantos años después! Los jugadores jóvenes siguen llegando. Flick sigue poniendo dos o tres más. Y después de que Xavi pusiera a Lamine Yamal en el equipo hace dos años, con 15 años, ¿quizá ahora vale 120 millones de euros?

“Los clubes y los jugadores adquieren experiencia en este proceso, pero a veces son los entrenadores quienes pagan el precio. Cuando se prohibió al Chelsea fichar jugadores, [Frank] Lampard empezó a jugar con juveniles como Mason Mount, Tammy Abraham y Reece James. ¿A quién se sacrificó por los resultados? Frank Lampard. La clase de tiempo que se le permitió a Arsene Wenger mostrarme… eso no existe ahora. Sólo cuando un club se ve obligado como el Barcelona. Entonces, de repente, hay 10 jugadores jóvenes de 16 o 17 años que pueden jugar en el primer equipo y todo el mundo dice ‘qué bien lo están haciendo’.

“¡Pues no! Si el Barcelona tuviera cientos de millones, probablemente invertiría en el nuevo Neymar o Ronaldinho. Creo que hay mucho más potencial para los jugadores que empiezan cada vez más jóvenes y que están mucho más preparados de lo que yo estaba a su edad”.

Todos estamos en un viaje de descubrimiento. Es extraordinariamente raro que uno de los clubes de élite de Europa dependa tanto incluso de futbolistas jóvenes de sensacional talento. Y, las oportunidades de revancha, y las de volver a medirse, no suelen darse con sólo semanas de diferencia. Pero eso es lo que está a punto de ocurrirle a Flick y a su equipo.

En el partido amistoso del Torneo Gamper, el Mónaco venció al Barcelona por 3-0 y les hizo parecer un equipo inexperto. Según el técnico alemán, el jet-lag y el cansancio tras la gira por Estados Unidos y los vuelos transatlánticos de vuelta a casa fueron los principales responsables.

Ahora, 38 días después, Barcelona vuelve a enfrentarse al equipo de la Ligue 1. Un campo horrible en el estadio Louis II, un rival de calidad y tantos problemas de lesiones en la plantilla del Barcelona… ¿qué pueden conseguir los chicos de Flick? ¿Los chicos están bien? Su aprendizaje, y el nuestro, continúa.

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